Powered By Blogger

Buscar este blog

sábado, 3 de abril de 2010

El Vaticano frente a su crisis: confrontación o renovación


No lo digo yo, ya lo dijo Norberto Rivera: La jerarquía de la Iglesia católica llega a esta Semana Santa, la fecha del calendario más significativa para ellos, en medio de su mayor crisis de los tiempos modernos.

Los escándalos de pederastia y otros abusos sexuales que estallaron hace unos años en Estados Unidos y que costaron a aquella jerarquía millones de dólares en daños y un descrédito del que tardarán años en recuperarse, se ha seguido extendiendo por el mundo.

Inglaterra, Irlanda, Portugal, Alemania, Marcial Maciel… pareciera que cada semana un caso más de abuso sexual y de la manera en que los mandones de la Iglesia lo manejaron aparece en alguna parte del mundo.

En el fondo, me parece, no es más que consecuencia del inefable progreso de las sociedades hacia comunidades más educadas, diversas y abiertas, en donde los principios de opacidad, lealtad ciega y explicaciones sobrenaturales no son válidos ante las aberraciones de delincuentes.

En este mundo moderno resulta también complicado sostener un serie de principios doctrinarios, inventados por hombres de hace siglos. Me explico: Si uno crea un club al que sólo pertenecen hombres, los provee con ropaje de poder sobrenatural y autoridad moral; y además, como sucede en la mayoría de las congregaciones hace parte importantísima de su misión el contacto con niños y jóvenes… muchos hombres se inscribirán para, guiados por su fe, hacer el bien al prójimo; pero se habrá creado el club ideal para que los pervertidos de inscriban. Un imán. Sumemos a esto que el club, bajo quién sabe que pretexto, temeroso del escándalo más que del pecado, se dedica por décadas a proteger y a esconder que entre sus miembros existen estos delincuentes. Otro motivo para que otros se inscriban. Demasiados incentivos para que los abusadores los dejaran pasar.

De una vez, para que se ahorren los insultos en los comentarios: No quiero decir que todos los sacerdotes son pederastas, ni mucho menos. Ni que todos los abusadores de niños son sacerdotes. Pero es innegable que, ciertamente por otras razones de doctrina y tradición, las parroquias y monasterios de la Iglesia católica eran estructuras ideales para estos pervertidos.

Después de la muerte de Juan Pablo I, con la llegada al pontificado del conservador Wojtyla y ahora el más conservador Ratzinger, la Iglesia optó por el camino de la cerrazón. Asustada por lo que podría hacer el escándalo público, prefirió torpemente lavar la ropa sucia en casa, insultar a las víctimas y proteger a sus clérigos de la justicia. La estrategia era insostenible y ahora rasguña al propio Ratzinger.

Así lo escribió el más influyente diario del planeta: The New York Times:

“Joseph Ratzinger, el futuro Papa y arzobispo de Munich en aquel tiempo, fue copiado en un memorando que informaba que un sacerdote, al que él había aprobado enviar a terapia en 1980 para superar su pedofilia, sería regresado al trabajo pastoral días después de haber empezado su tratamiento siquiátrica. El sacerdote fue más tarde sentenciado por haber abusado de otros niños en otra parroquia”.

Aunque el Vaticano ha hecho multitud de filigranas para exculpar al Papa y atacar al Times, la verdad es que hay la suficiente documentación e historia para entender que Ratzinger simplemente estaba actuando en Munich como en todo el mundo se actuó durante décadas. La “terapia” era la manera de “curar” a los delincuentes, y la Iglesia nunca tuvo ningún control sobre qué pasaba después de la terapia con esos curas a los que nunca corrió. El mismo Norberto Rivera, según cortes americanas, está acusado de haber actuado de manera parecida con algún sacerdote mexicano.

El propio Ratzinger dijo que no se “intimidaría” ante los ataques. El sacerdote capuchino Rainiero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontifica, ayer viernes pareció indicar que la posición del Vaticano, y por tanto de la jerarquía católica, será la de la resistencia y la confrontación. Ayer, durante la ceremonia de Viernes Santo en Roma y frente al Papa, Cantalamessa comparó las recientes revelaciones con la persecución de los judíos. El cura citó una carta de un amigo judío: “He seguido los violentos y concéntricos ataques contra la Iglesia, el Papa y los creyentes de parte de todo el mundo. El uso de estereotipos, el traslado de responsabilidades personales a culpas colectivas, me recuerdan a los más vergonzosos aspectos del antisemitismo”.

Volvería a equivocarse la jerarquía católica si piensa que victimizándose solucionará la crisis. No hay ruta de regreso. Sólo se pondrá peor.

Indefensos quedan sus fieles. Los de a pie. Los que esta semana, todas las semanas, guiados por su fe siguen queriendo creer en sus pastores; esos de los ropones, las joyas, la opacidad y las mentiras; los que desconocen con sus acciones el evangelio que predican. Pero todo tendrá un límite. Al tiempo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario